Uno de los grandes mitos que percibimos en torno a una pataleta o rabieta es que es un MAL COMPORTAMIENTO. Qué es algo que tenemos que arreglar porque si no lo hacemos somos malos padres o educadores y nuestros niños crecerán rebeldes y maleducados.
En realidad, las pataletas o rabietas son algo NORMAL DEL DESARROLLO INFANTIL.
Recordemos que son una forma de comunicación que permite a los niños y niñas manifestar sus emociones frente a situaciones que les provocan rabia, enojo o frustración, son esperables entre los 2 y 5 años aproximadamente.
Ahora que entendimos que es algo SALUDABLE y ESPERABLE en los niños, ¿Hay algo que nosotros como adultos podamos hacer cuando suceden estos episodios de ira y frustración?
Claro que sí. Lo primero que podemos hacer, es tener esto siempre en mente:
- Tengamos presente que nuestra tarea simplemente es acompañar la emoción. No tratar de distraerla, de anestesiarla, de calmarla, de invalidarla o de decir frases como “ya no pasa nada”, “deja de llorar” “ya tranquilizate”.
- Tratemos de ser empáticos con su malestar, sabiendo que la pataleta tendrá un fin. Durará lo que tenga que durar, el tiempo suficiente para que el niño o la niña necesite expresar lo mal que se siente.
- Entendamos que el niño o la niña está actuando en base a una necesidad de su desarrollo y que no lo está haciendo a propósito o con el fin de manipular o retar a su cuidador, educador o a su mamá o papá. Tener una rabieta tampoco es una experiencia placentera para él o ella.
- Veamos este momento como una oportunidad de aprendizaje en lugar de percibirlo simplemente como un reto o un desafío. Si vemos a la pataleta como la oportunidad para que nuestros niños aprendan a conocer sus emociones y aquellas situaciones que generan un descontrol, vamos a poder permanecer más tranquilos y seguros.
¿Hay algo más que podamos hacer?
Siempre hay cosas específicas que podemos hacer para regular una pataleta y para poder acompañarla de la manera más respetuosa posible:
- Mantener la calma y respirar profundo ya que nuestra tranquilidad será lo que les ayude a ellos a tranquilizarse. Seremos el “espejo emocional” que sus cerebros en desarrollo necesitan.
- Realizar una contención verbal: Decir verbalmente lo que está sucediendo o acaba de suceder para empatizar con ellos y ayudarles a entender lo que están experimentando. Por ejemplo: Puedes decirle “Estás enojado porque tu hermana te quitó tu juguete” “Lo sé debe ser muy difícil para tí”. De esta manera también validamos la emoción y nuestros niños se sienten escuchados y valorados.
- Nombrar su emoción. Esto les permitirá realmente entender CÓMO se sienten. Simplemente puedes decir una frase como “Lo que tú sientes se llama enfado”, así los niños sabrán cómo se siente el enfado y lo podrán expresar más asertivamente en el futuro (con mucha práctica previa).
- Si el niño o la niña lo permite, lo podemos contener físicamente (un abrazo, una caricia, etc). No todos los niños están abiertos a recibir un contacto físico en estos momentos, por lo que siempre será una buena idea que primero le preguntes.
- No des explicaciones largas ni lógicas. Las frases cuanto más cortas mejor. El cerebro está en modo “emocional”, ocurre lo que se conoce con el nombre de “secuestro amigdalar,” lo que significa que el cerebro pierde en gran parte su capacidad de razonar. Ya tendrás tiempo (una vez pasado el berrinche) de poder reflexionar sobre lo sucedido.
Recuerda: Las pataletas son algo pasajero del desarrollo infantil y son BUENAS porque esto quiere decir que el niño o la niña está defendiendo sus propias ideas y su propio sentir.
Y tengamos siempre presente que nuestra principal misión como padres y educadores es ser el modelo de regulación que nuestros niños necesitan.
«Quiéreme cuando menos me lo merezca porque será cuando más lo necesite» Rosa Jové
Escrito por Claudia Soruco
Psicóloga infantil
Bigibee
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